Cuando el otoño viste los árboles y el calor no aprieta tanto el conjunto del parque retoma su esplendor. Nos encontramos al sur de Zaragoza y aún así, lejos de parecer una tierra árida, seca y arcillosa nos recibe con una alfombra verde cubierta por una gran manta de hojas y una gran cantidad de espectaculares cascadas que llora la tierra sin dejarse sentir. Pero no son estos los únicos encantos del parque. Su visita hizo nuestras delicias en una escapada muy especial. ¿Venís a conocerlo?
Entrada al hotel-spa y monasterio cisterciense.
Todo comienza en 1840, cuando el monasterio cisterciense del siglo XII que se encuentra en el parque sale a subasta tras la desamortización de Mendizabal. La familia catalana Muntadas Campeny lo adquiere para implantar una fábrica de telas, pero la belleza de aquel paraje les cautiva y deciden respetarlo y preservarlo. Es con la siguiente generación familiar cuando se transforma en parque. Federico Muntadas lo hereda de su padre y comienza a abrir túneles, plantar árboles, trazar senderos…; pero el parque alberga a su vez un gran complejo turístico: restaurante, hotel y spa, Museo del vino de la D.O del vino de Calatayud, colección de carruajes antiguos, una gran piscifactoría…Todo ello también impulsado por el cariño y la dedicación a este llugar.
Comenzamos la visita al lugar por el monasterio cisterciense. Hay que estar atento pues las vistas guiadas salen cada media hora, duran 45min aproximados y terminan a las 13:00 horas. Cuando nos enganchamos a la visita guiada pensamos… Veremos un claustro, quizá una bodega y ya está. ¡Nada más lejos!
Claustro del monasterio.El Real Monasterio Cisterciense de Santa María de Piedra es de marcado estilo Cisterciense: proporciones equilibradas, esbelto, de formas puras y sobrias y con ausencia de representaciones escultóricas. Todo esto hace referencia a la filosofía del Cister: “Nada debe distraer de la búsqueda de Dios”
La sala Capitular
La sala capitular: era un lugar de gran importancia en el monasterio, aquí se reunían y se tomaban las decisiones que afectaban a la abadía.
La Abadia
La Abadía: era la iglesia, el lugar reservado a los monjes, novicios, conversos y encargados de realizar las labores en el monasterio. Falta parte de las bóvedas, puesto que con desamortización de Mendizabal al verse los monjes sin recursos vendieron las tejas que cubrían la abadía, que quedaron dispersadas por la provincia, y de ese modo se deterioró y hundió esa parte del edificio.
La Cilla:es un esdificio de dos alturas que cumplía la función de granero y bodega. La parte superior era el granero y la inferior se utilizaba para la fabricación y conservación del vino del monasterio.
Hoy día alberga una exposición de utensilios agrícolas titulada “Ora et labora” y el Museo del Vino de la D.O de Catalayud.
Pasadizo de los conversos: es único en la península. Ofrecía por sus características (vanos de alabastro) una gran intimidad a la vida monacal.
Imagen del pasadizo y parte más antigua del monasterio.
Sala de carruajes: acoge una colección de cuatro carruajes del siglo XIX: tiburí, broughan(estilo inglés), diligencia y tartana; Todos pertenecientes a la familia Muntadas.
Carruaje para niños. Era tirado por ponys o cabras.
La cocina: la sala donde se conservan aún las pequeñas chimeneas de las cocinas y un oscuro y quemado techo abovedado destaca por haber sido uno de las primeras cocinas de Europa donde se cocinó el chocolate traído del Nuevo Mundo, allá por 1534. Hoy nos cuenta su historia a través de paneles expositivos.
La cocina monacal.
El refectorio: Esta sala destaca por su gran acústica, gracias al tipo de bóveda que tiene. Por ello, el “lector semanero” realizaba la lectura del martirologio durante las comidas desde el púlpito.
Su visita está estimada en 2h, pero si nos vamos a detener a sacar fotos, almorzar o simplemente disfrutar de la belleza que nos brinda nos ocupará toda la mañana. Si se acude con niños será mejor reservar el día entero para esta visita; hay que tener en cuenta que no cuenta con vías de acceso para discapacitados o sillitas de bebé.
Baño de Diana.
En la primera parte del recorrido, nos adentramos por el Vergel de Juan Federico Muntadas, que en otoño nos recibe con una gran capa de hojarasca de todos los colores otoñales. En breve vamos encontrando varias cascadas y algunas grutas naturales que nos dan una primera impresión del parque.
Lago de los Patos.
Cascada trinidad.
Gruta de la Bacante
La cascada La Caprichosa es en este primer tramo una de las que más impresiona por su belleza y por el salto de agua, con el que todo el mundo quiere una foto. Y os aseguramos que no es para menos.
Cascada La Caprichosa.
Subimos hacia el Mirador de La Caprichosa y nos encontramos las aguas del río Piedra un tanto revueltas.
El recorrido continúa deleitándonos con cascadas que brotan aquí y allá, haciéndonos sentir como en un oasis dentro de un territorio de tierra áspera y seca.
Los Fresnos Altos.
Descendemos hacia una garganta a través de túneles excavados en la tierra, atravesando incluso grutas acondicionadas para el paso(Gruta Iris). Abajo nos espera otra de las cascadas más bellas e imponentes del parque: Cola de Caballo. Es curioso que el nombre coincida con otra conocida cascada de los Pirineos.
Túneles del recorrido.
Pie de la Cola de Caballo.
Cola de Caballo.
Dejando atrás la emoción que nos crea ver tanta cascada junta, entramos en la parte más llana y más apacible del parque, cuajada de piscifactorías(consideradas las primeras en la península) y pequeños lagos empeñados en reflejar todo aquello que la luz alcance.
Piscifactorías.
La cascada de los Chorreaderos nos despide de regreso, y si es que no queremos acudir a la exhibición de cetrería, damos el paseo por terminado.
Cascada de los Chorreaderos.
Pero no queremos abandonar el lugar sin conocer al menos los interiores del hotel, que no decepcionan. No es el no va más del lujo, pero conserva ese regusto a monasterio donde la decoración con frescos en las paredes, techos abovedados y habitaciones con vistas al claustro nos hace trasladarnos a otra época. Nosotros terminamos el día de esta escapada perfecta por tierras de Aragón, relajándonos de pies a cabeza en las aguas del spa que guarda en sus sótanos. ¿Qué os parece?
Sala de estar.
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